Sinopsis: Silenciosa, altanera, guardas tus inconfesables secretos bajo sonrisas burlonas; hermosa, fatal, eterna… pálida, fría, muerta… destructora y vengadora, la precursora de Sehkmet, aquella que azoto las viejas civilizaciones… ¿qué ocultas? ¿quién eres?
III. Anaís
I will wait for the sun
on the top of the world
to tell you all about
the leyends of the past— Misere Mani. Era.
El mundo ha cambiado. Bueno, más precisamente, este mundo. Abro los ojos. Un campo verde a mi alrededor… no encuentro rastro de la vegetación de antaño, tan abundante, tan colorida… ahora todo parece más pequeño, menos extravagante. Voces. Voces agudas en un lenguaje de chillidos y susurros rápidos y entrecortados.
Veo a esos seres… apenas y reconozco algo de los antiguos organismos en ellos… me acerco. Doy vueltas a su alrededor. Ellos no me ven, pero sus nervios se crispan. Sus cuerpecitos frágiles empiezan a temblar. Tomo la extremidad de uno de ellos… voy a probar la flexibilidad… oh, sólo ha durado unos segundos. Se ha roto. Un líquido rojo sale de los restos…
El otro, intacto aún, corre y abandona a su compañero. ¿Debería seguirle? ¿Hacer más pruebas? No. Basta. Empieza a desesperarme esta forma. Puedo viajar a través de las distancias interestelares con una rapidez asombrosa… pero no tengo materia, ni sentidos… no hay placer sin ellos. Es una de las desventajas de tan enorme evolución.
Me acerco al ser caído. Se arrastra lentamente por el suelo, aullando de dolor y terror… aún vive, que sorpresa. Sus ojos, o los órganos que parecen tener esa función, se giran hacia mí. ¿Puede verme ahora? Cierto, ya habíamos notado esa curiosa manifestación… cuando están a punto de desaparecer como conciencias, en un inusitado destello de lucidez cósmica, hasta los organismos más primitivos pueden distinguir parte de nuestras verdaderas formas. El horror supremo y último. Expiran con esa imagen de locura y degeneración, sin tener que existir con el peso de algo así. Afortunados.
Mírame.
Mírame y muere, pequeño experimento fallido.
El calor abandona su cuerpo. Un ultimo suspiro. Todo termino para él. Ha dejado de exitir. Nunca fue. Nunca será. Observo atentamente la fisonomía, intento sustraer un poco de la información residual de su cerebro… Imágenes vienen a mí. Lo básico me ha quedado claro.
Me concentro. Visualizo el resultado.
Abro los ojos… los colores han resultado menos intensos, pero las sensaciones empiezan a invadirme. Las palabras toman significado. Calor, brisa, suavidad… Anaís. Contemplo la figura rota de esta mujer. Anaís. Intento verme reflejada en sus ojos… me parezco a lo que alguna vez fue, pero mis rasgos están mucho mas adelantados según sus cánones estéticos. Soy perfecta. Soy la musa de los poetas. Soy una diosa.
Sonrío. Claro que lo soy.
La Diosa Carmesí de la Guerra.
Que ha vuelto a reclamar su trono.
… un escalofrío recorre mi espalda, dándome aviso de una presencia que no había notado antes. ¿Ha visto todo lo que ha pasado? ¿O sólo ha notado el cadáver y cree que soy una vulgar asesina?
Volteo. Apenas logro verla. Una mujer rubia y alta, con profundos ojos color miel. Como un espectro, ha desaparecido en el aire. ¿Ilusión? No, le conozco. Me han hablado de ella en sueños. Y ella ha notado inconscientemente mi llegada a su mundo… ha venido a recibirme, a conocerme, a analizarme.
Fascinante. Puede trascolocar su mente en el tiempo y espacio.
Un gran espécimen.